1 de diciembre – Día Mundial de Lucha contra el SIDA

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es uno de los mayores problemas para la salud pública. Más de cuarenta millones de personas han fallecido en todo el mundo por acción de este virus, desde que fue detectado. Su transmisión persiste en todos los países, y en algunos de ellos las nuevas infecciones están aumentando, cuando antes estaban en descenso.
Se calcula que a finales de 2022 había alrededor de 39 millones de personas que vivían con el VIH, dos tercios de ellas en África.
En 2022 fallecieron 630 000 personas por causas relacionadas con el VIH y más de un millón contrajeron el virus.
No se conoce cura para la infección por el VIH. Pero el acceso a la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención eficaces del VIH y de las infecciones oportunistas, la ha convertido en un problema de salud crónico tratable que permite que las personas que han contraído el virus puedan vivir muchos años .
Los organismos mundiales con responsabilidad en la lucha contra el VIH consideran que se puede alcanzar la meta, planteada entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, consistente en poner fin a la epidemia de VIH para 2030.
De aquí a 2025, el 95% de las personas que viven con el VIH deberían haber recibido un diagnóstico, el 95% de ellas deberían estar tomando tratamientos antirretrovíricos (TAR) que salvan vidas, y el 95% de las personas que viven con el VIH deberían haber logrado suprimir la carga vírica, tanto para beneficio de su salud como para disminuir la transmisión del VIH.
Si tomamos al conjunto de las personas que viven con el VIH, 86 de cada ciento conoce su condición y tres de cada cuatro recibe tratamiento antirretrovírico
La infección por el VIH ataca el sistema inmunitario, y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es la fase más avanzada de la enfermedad.
El VIH ataca a los glóbulos blancos, debilitando el sistema inmunitario, y esto hace que sea más fácil contraer enfermedades como la tuberculosis, otras infecciones y algunos tipos de cáncer.
Se transmite a través de los líquidos corporales de las personas infectadas, como sangre, leche materna, semen y secreciones vaginales. No se transmite por besos o abrazos ni por compartir alimentos. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo y el parto. En cambio, no se contagia mediante contactos ordinarios cotidianos como besos, abrazos o apretones de manos ni por el hecho de compartir objetos personales, agua o alimentos.
El VIH se puede tratar y prevenir con tratamiento antirretrovírico (TAR), y si no se trata puede evolucionar a sida, a menudo al cabo de muchos años.
Las personas con VIH que están recibiendo TAR y tienen una carga vírica indetectable no lo transmiten a sus parejas sexuales. El acceso temprano al TAR y el apoyo para continuar el tratamiento son, por tanto, cruciales no solo para mejorar la salud de los pacientes, sino también para prevenir la transmisión del virus.
Comportamientos y afecciones que aumentan el riesgo de contraer el VIH:
tener relaciones sexuales, anales o vaginales, sin preservativo;
padecer otras infecciones de transmisión sexual (ITS), como sífilis, herpes, clamidiasis, gonorrea o vaginosis bacteriana;
hacer un consumo nocivo de bebidas alcohólicas o drogas en el contexto de las relaciones sexuales;
compartir soluciones de drogas, agujas, jeringuillas u otro material de inyección que estén contaminados;
recibir inyecciones, transfusiones o trasplantes de tejidos sin garantías de seguridad, o ser objeto de procedimientos médicos que entrañen cortes o perforaciones con instrumental no esterilizado;
pincharse accidentalmente con una aguja, hecho particularmente frecuente en el personal de salud.
El VIH puede diagnosticarse mediante pruebas que ofrecen resultados el mismo día. Esto facilita iniciar la prevención y el tratamiento. Además, hay pruebas a las que puede someterse el propio paciente. Con todo, ninguna prueba puede proporcionar por sí sola un diagnóstico completo de seropositividad para el VIH, así que se requiere una prueba confirmatoria realizada por un trabajador de la salud, cualificado y formado, en un centro comunitario o dispensario.
La enfermedad por VIH es prevenible.
Se puede reducir el riesgo de infección mediante:
el uso de preservativos masculinos o femeninos durante las relaciones sexuales;
la realización de pruebas de VIH y de otras infecciones de transmisión sexual;
el uso de los servicios de reducción de daños para los consumidores de drogas inyectables.
Los antirretrovíricos (ARV) también se pueden utilizar para prevenir la transmisión del VIH de la madre al niño.
Los tratamientos actuales no curan la infección, pero impiden que el sistema inmunitario se debilite progresivamente y le permiten seguir luchando contra otras infecciones.
Los TAR actuales tienen que tomarse diariamente de por vida.
El TAR reduce la cantidad de virus presentes en el organismo, lo cual detiene los síntomas y permite tener una vida plena y saludable. Los pacientes con VIH que estén tomando TAR y no tengan virus detectables en la sangre no contagiarán a sus parejas sexuales.
Las embarazadas con VIH deben tener acceso al TAR y tomarlo cuanto antes, pues esto protegerá su salud y evitará que el virus pase al feto antes del nacimiento o al lactante durante la lactancia materna.
La administración de TAR a personas sin VIH puede prevenir la enfermedad.

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