25 de mayo:  Asunción del primer gobierno patrio.

 

En un buque inglés, que ancló en Buenos Aires el 13 de mayo de 1810, llegaron  los periódicos con la noticia de que la Junta Central de Sevilla, último bastión de la Corona española, había caído ante los ejércitos napoleónicos. El viernes 18, el virrey Cisneros dirigió una proclama a “los leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires” en la que anunciaba que “en el desgraciado caso de una total pérdida de la península y falta del Supremo Gobierno”, él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación del rey Fernando.  Pero Cisneros había sido nombrado por la Junta que acababa de desaparecer y por lo tanto no existía la fuente de donde emanaba su autoridad. Los patriotas porteños creyeron que era momento de convocar a un Cabildo Abierto en que se decidiera sobre los pasos a seguir. El cabildo abierto se realizó el 22 de mayo y en él se aprobó por mayoría de votos que el gobierno fuera ejercido por una junta, en nombre del rey Fernando, que estaba prisionero del emperador francés.  El clima era de gran expectativa, ante la percepción de que desaparecía el mundo en que hasta entonces vivían y se abría una situación nueva con posibilidades hasta entonces  no conocidas. Las ideas de libertad, de participación, de asumir nuevas responsabilidades parecían hacerse realidad. Pero también se vivía una situación de incertidumbre, ya que se aventuraban hacia una situación desconocida.  Esta incertidumbre se refleja en una anécdota narrada por Vicente Lopez y Planes, que había participado del cabildo abierto. Al retirarse de la Sala vio al abogado Mariano Moreno sentado con cara de preocupación. “¿Qué le pasa, doctor?” –  cuenta Vicente López que le preguntó, a lo que Moreno respondió:  “Me parece que nos hemos metido en un lío y nos va a ser difícil salir de él”. Tres días después, Mariano Moreno era designado como uno de los secretarios de la Junta de Gobierno y se mostraba como dirigente decidido y decisivo.

La historia de la emancipación argentina y americana dio razón a quienes miraban con incertidumbre  los acontecimientos.  El presidente de la primera Junta de Gobierno y luego de la Junta Grande, Cornelio Saavedra, fue desplazado dos años después por el primer Triunvirato y desterrado. Tardó casi diez años en que se derogaran los cargos en su contra  y se le restituyera el rango militar que le correspondía. Mariano Moreno, secretario de la Junta, murió en alta mar antes de que se cumpliera un año de la Revolución de Mayo, cuando viajaba a Europa como enviado de la Junta.

El vocal Juan José Castelli dirigió la expedición del  Ejército enviado al Alto Perú. Luego de la derrota de las tropas patriotas en Huaqui, en junio de 1811, fue desplazado de su cargo. Murió poco  tiempo después por un cáncer. Su primo Manuel Belgrano fue enviado por la Junta con un ejército para  lograr  que el  Paraguay, otra importante región del Virreinato del Río de la Plata, adhiriera a la Revolución. Su intervención fue resistida por los asunceños que vencieron a las fuerzas de Buenos Aires en Paraguarí y Tacuarí y proclamaron su propia independencia.

La figura política más importante del antiguo virreinato, él mismo designado virrey luego de su papel en la reconquista de Buenos Aires,  Santiago de Liniers, no adhirió a la Revolución y fue fusilado junto al gobernador de Córdoba y otros dirigentes de esa provincia.

La causa de la emancipación triunfó al cabo de quince años de lucha en los antiguos dominios españoles en América del  Sur. En los dominios portugueses la historia fue más larga y  tortuosa. El heredero del trono de Portugal fue designado emperador del Brasil en 1822 y habría que esperar hasta fin del siglo XIX para que el inmenso país se transformara en república y comenzara con vacilaciones, idas y vueltas, un camino de integración con las demás naciones del continente. El ideal de la unidad entre nuestros pueblos está pendiente.

Llegamos a este 25 de mayo, en que se cumplen 214 años de la Revolución de Mayo, con incertidumbre sobre el mundo por venir. Abrigamos la certeza de que estamos convocadas y convocados a actuar en busca de mayor igualdad, de  libertad, de unidad con protagonismo de todos.

La tarea por la unidad  fraterna de los pueblos  en la Patria grande y emancipada continúa como un logro a alcanzar. Logro indispensable si es que queremos tener un lugar digno en el concierto  de las naciones del mundo.

 

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