Hoy celebramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Es el nombre que recibe la tradicional celebración del 12 de octubre, (anteriormente denominada “Día de la raza”), a partir del decreto presidencial 1584 de 2010.
Entre las consideraciones para fundamentar el cambio de nombre de la fiesta, se destaca un extracto del citado decreto que expresa:
“…Que, asimismo, se modifica la denominación del feriado del día 12 de octubre, dotando a dicha fecha de un significado acorde al valor que asigna nuestra Constitución Nacional y diversos tratados y declaraciones de derechos humanos a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos.”
La celebración del 12 de octubre como fiesta nacional comenzó en Argentina en 1917, por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen. En ese momento las corrientes de pensamiento nacional, en los países del sur de América, procuraban una afirmación de la propia identidad como naciones independientes, con intereses propios. Esta afirmación incluía una valoración de la lengua y la cultura heredadas de España. Era un modo de resistencia a la influencia anglosajona, que se manifestaba de modo diferente según el sector del continente. En el cono Sur y particularmente en la Argentina, había una experiencia de injerencia británica, desde los albores de la historia como naciones independientes de la Corona española; mientras que en los demás países de Sudamérica y en las naciones de Centro América crecía la influencia de Estados Unidos, particularmente desde los finales del siglo 19. Allí se vivió con mayor intensidad la dominación de Puerto Rico por Estados Unidos, y su intervención en Cuba, luego de la guerra librada entre Estados Unidos y España en 1898.
Una manifestación de este pensamiento lo encontramos en el poema del nicaragüense Rubén Darío titulado “A Roosevelt”, incluido en el libro Cantos de Vida y Esperanza, de 1905. Allí leemos:
“Eres los Estados Unidos,/ eres el futuro invasor/de la América ingenua que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.”
El poema expresa la confianza en la capacidad de resistencia de la cultura latina frente al imperialismo anglosajón, cuya cabeza visible era el entonces presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt. Este llevaba adelante la política llamada del Big Stick (“el gran garrote”) para disciplinar la política de los países al sur de los Estados Unidos.
En “Los Cisnes”, otra poesía perteneciente al mismo libro, Darío expresa su inquietud por el futuro de la cultura hispánica frente al aplastante predominio de los Estados Unidos:
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? / ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?/ ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? / ¿Callaremos ahora para llorar después? /
Mas la América nuestra, que tenía poetas / desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl, / que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,/
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida/vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,/ la América del grande Moctezuma, del Inca,/l a América fragante de Cristóbal Colón,/ la América católica, la América española,/la América en que dijo el noble Guatemoc: «Yo no estoy en un lecho de rosas»;/ esa América que tiembla de huracanes y que vive de amor, /
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive./Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!/Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo,/el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras./Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”
Según se ve, el concepto de raza, con el que se conocería la conmemoración del 12 de Octubre, reivindica la integración de la tradición de los pueblos originarios (la América ingenua que tiene sangre indígena) y más precisamente de sus máximas expresiones de organización –los imperios azteca e inca- con la tradición del conquistador español. No es una casualidad el autor y el momento de la incorporación de la celebración del 12 de octubre en nuestro país. Yrigoyen enaltece esta fecha, en contraposición al pensamiento dominante en los dirigentes de la Generación del 80, de admiración por las tradiciones anglosajonas. Roca en 1904 llegó a hablar del “pecado original”de estas naciones por haber sido territorios vinculados con España y no con Gran Bretaña.
Yrigoyen decretó la festividad del 12 de octubre en 1917, en medio de la guerra que conmovía a vastas regiones del mundo y en la que había sostenido la neutralidad argentina, resistiendo la presión de los poderosos intereses que pugnaban por la declaración de beligerancia de la Argentina junto a las potencias aliadas.
En la segunda mitad del siglo 20 se fortaleció la idea de que esta historia de integración de los pueblos originarios con el conquistador español no fue una historia idílica. Es cierto el mestizaje, pero también que el dominio del conquistador se realizó a sangre y fuego en muchas partes y en general implicó la explotación de las poblaciones indígenas, que en muchos lugares de América fueron diezmadas y hasta exterminadas por los trabajos forzados, la represión de la resistencia al invasor y las enfermedades portadas por el conquistador europeo.
En 1992, el 5º centenario del 12 de octubre de 1492, encontró a nuestros países envueltos en una polémica acerca de nuestra historia. ¿Es una fecha para celebrar? La perspectiva del descubrimiento de un nuevo continente no se considera ya válida para nosotros. Los europeos descubrieron que existía un mundo desconocido para ellos, con población que cubría un amplísimo territorio y con sociedades en muchos casos muy avanzadas. Desde España se propuso la idea del “encuentro de dos mundos”. Los movimientos de reivindicación de las poblaciones indígenas insistieron en la idea de que en esa fecha comenzó una larga historia de sometimiento al conquistador. El significado de la festividad ha variado hacia la idea de que la diversidad cultural es una riqueza que merece ser respetada y debe ser preservada.
Al reformarse la Constitución Nacional en 1994, se introdujo como un deber del Congreso Nacional “el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”. Esto implica reconocer y promover la existencia de pueblos con su propia lengua, su cultura y sus instituciones. Con su derecho a que se les reconozca la posesión y el dominio de las tierras que requieran para el desarrollo de sus comunidades. La ley que les acuerda la posibilidad de tener medios de comunicación propios, la inclusión – en el nuevo Código Civil y Comercial – del reconocimiento a la propiedad comunitaria y a la personería jurídica de las comunidades aborígenes, se hace en cumplimiento de este mandato constitucional.
Con esta nueva concepción del significado del 12 de Octubre, es bueno que afirmemos la identidad de nuestras naciones. Y fortalezcamos la identidad como Patria Grande, con un proyecto de integración, de justicia, de inclusión y de independencia frente a los intereses imperiales. Que se aprovechan de las disensiones al interior de los pueblos para prolongar su dominación.